Monday, November 29, 2010

No hubo nada...



En la fábrica todas las máquinas funcionaban por igual, algunas un poco más rápido, otras a un ritmo más lento pero dentro de lo normal, todas trabajando al unísono. Después de varias semanas de ardua actividad, algunas de las máquinas -como era de esperarse- comenzaron a resentir tanto trabajo.


Cierta tarde, una de ellas -que había trabajado arduamente durante los últimos días, desde el amanecer hasta el anochecer- empezó a sentir que era demasiado. Su motor comenzó a sobrecalentarse, avisando así que algo no marchaba del todo bien, más tarde una de sus tuercas se atoró, causando cierta dificultad al movimiento y funcionamiento integral de la máquina en cuestión. Una tuerca afectó a la otra y así sucesivamente hasta que uno de los engranajes se quedó paralizado, un poco de aceite sirvió al principio pero a los pocos minutos el problema se presentó de nuevo. El calor interno de la máquina se elevó de manera insospechada, era difícil notarlo desde fuera pero, una vez que se estaba cerca, prácticamente se podía escuchar la marcha forzada del motor. 


Los minutos pasaban como si fueran días, la máquina -cada vez con más calor- no podía evitar sentir la presión, demasiado trabajo, demasiado esfuerzo, poca atención y nadie que se preocupara por darle el mantenimiento necesario. Diez, nueve, ocho... "vamos un poco más, un esfuerzo pequeño, ya casi acabamos" -se decía a sí misma la máquina-, mientras comenzaba a salir humo de algún lugar en su interior. Siete, seis, cinco... "Esto se está saliendo de control, siento que voy a explotar!" -pensó. Cuatro, tres, dos... "Sólo un poco... un poco..." Y acto seguido, justo en el momento en que parecía que iba a explotar, la máquina simplemente dejó de funcionar...

El sobrecalentamiento interno la bloqueó, cuando hubiera sido mejor simplemente explotar. No hubo ruidos, ni tuercas volando en el aire, ni más humo, ni más presión, ni nada... Lo más extraño es que tampoco hubo lágrimas...

Tuesday, November 2, 2010

Mensajes

La casualidad es sólo una palabra que utilizamos en momentos en los que no logramos explicar por qué suceden algunos eventos, pero hoy -una vez más- he comprobado que nada sucede por "casualidad".

Los últimos días he experimentado una serie de bajas vibraciones que vienen acompañadas por un sentimiento de soledad que cuesta trabajo describir. No se trata de depresión como tal sino de falta de "algo", es un vacío que comienza en la boca del estómago y baja un poco hasta instalarse justamente en medio de mi cuerpo y ahí se queda, presionando hasta que encapsula lo mejor de mi y deja fluir las incertidumbres y miedos.Y mientras ellas andan ahí, merodeando, yo camino como divagando.

Hace sólo dos días el episodio se repitió, estuve en la escuela como presente pero en realidad no estaba. Al terminar la clase aún no sentía que fuera momento de ir a casa así que caminé. Buscaba un sitio tranquilo, un lugar en el que pudiera dejar de prestar atención a mis pensamientos. El frío dibujó un tono rojo en mis mejillas y me instó a apresurar el paso. Justo frente a mí, la biblioteca. Sin dudar entré y caminé entre los pasillos, me decidí por la sección de libros de misterio, esperaba encontrar a Agatha Christie, después de pocos minutos me rendí y tomé un libro al azar.

"Horror for Christmas", ¿en qué estaba pensando? Era un compilación de historias de diferentes autores, nuevamente -al azar- escogí una de las historias y comencé a leer. No puedo recordar de qué iba porque al llegar a la página 65 (dos o tres páginas de lectura), encontré un pequeño papel doblado, al principio supuse que se trataba de un pedazo de hoja que sirvió a alguien como separador, es justo la técnica que utilizo -como muchos otros- cuando no tengo un separador adecuado a la mano. Pero cuando miré detenidamente, unas pequeñas letras en tinta roja llamaron mi atención. En la parte exterior de esa pequeña porción de papel doblado se leía:
"To:
The reader"
(Y dentro):
"Dear reader
You are loved so much. Don´t forget it!
God bless!"

Un súbito escalofrío recorrió mi cuerpo y esa presión en el estómago, me abandonó. El simple hecho de recordarlo me pone la piel chinita. Eso no fue "azar". No sé quién lo escribió ni qué pensó cuando lo hizo, no sé si habrá estado realmente consciente de lo que su mensaje podía causar. Sólo sé que esa persona, aún sin conocerme, cambió mi día con un solo detalle. ¡Bastó tan poco! Y ahora no dejo de pensar que los mensajes siempre están ahí, no es que alguien los mande en el tiempo preciso, es que nosotros debemos abrir los ojos (y los brazos) para recibirlos en el momento justo.

Estoy segura que no fue casualidad...

Tuesday, October 26, 2010

Kilómetros...

Din don don din don... un sonido casi imperceptible anunciaba la llegada de un nuevo mensaje al celular,  una cara bañada en sudor -que mostraba el esfuerzo realizado durante una hora de arduo trabajo físico- cambió su expresión: de agotamiento a felicidad, en cuanto leyó el contenido del mensaje. El texto era claro y, aunque corto, no había más que decir por el momento. Bastó sentir su corazón acelerarse rápidamente, para saber que se había conectado con ese otro corazón a kilómetros de distancia, y que -a su manera- se entendían sin palabras.

Fue mientras esperaba el momento de encontrarlo -a través del ciberespacio y gracias a la tecnología, para poder hablar de la buena noticia-, que se sentó a divagar y pensar en la manera en que han cambiado las cosas y cómo lo que ahora resulta tan fácil, hace algunas décadas era impensable. La idea había estado rondando su cabeza desde un mes antes. Todo comenzó cuando tuvo que realizar cierto viaje. Las cosas parecían marchar bien pero justamente un día después de su llegada al lugar de destino, la computadora portátil sufrió una parálisis incontrolable, simplemente no había medicamento casero que la despertara de su letargo y no hubo más que hacer... ¡directo al hospital de máquinas!.

Sin esa máquina (invento divino del hombre) y sin un celular que funcionara para comunicarse de este país a aquel, sus esperanzas de ponerse en contacto con él eran casi nulas, y no porque no existieran en este lugar esos tan famosos y visitados "café internet" sino porque -aunque parezca increíble- no pudo encontrar uno en kilómetros a la redonda. Y es que claro! en un país de primer mundo donde casi cada habitante tiene su propia laptop, blackberry y/o iphone ¿por qué querría alguien poner un cibercafé? sobretodo si se trata de una zona en donde además de casas hay "más casas".

Pues bien, después del fallido y frustrado encuentro (habían quedado de encontrarse a cierta hora en Skype), lo único que le quedaba era lamentarse, y más aún por no haber podido hallar un medio para avisarle que no podría llegar a la cita. Justo ese fue el detonante de ideas e imágenes en su cabeza que, atropellándose entre sí, la hicieron ponerse en los zapatos de las mujeres de hace quizá unos 200 años, más-menos. Pensó en la fortaleza que debieron tener y mantener tanto ellas como los hombres a quienes amaban, cuando se alejaban físicamente por largos periodos. Cuando iban a la guerra, por poner uno de los más claros ejemplos.

Y es que ¿quién les daba razón de ellos? ¿cómo podían pasar días, meses e incluso años sin saber de ellos?, ¿cómo estaban?, ¿qué sentían?, ¿las extrañaban?, ¿comían bien?, ¿estaban enfermos?. ¡Nada!, ¡Ni una sola manera de enterarse rápidamente de los acontecimientos!, ninguna otra que una carta que viajaba durante días, para llegar a su destino y que, si el hombre en cuestión se había visto presionado por cualquier situación, sólo decía que estaba bien y que esperaba tener noticias de ella pronto. El único enlace entre estos dos amantes eran sus cartas de amor, esas que no dejaban de escribirse pero que recibían una vez cada cierto tiempo. Y para ella, una foto de él sobre su buró, que cada vez se volvía menos clara quizá por una que otra lágrima derramada sobre la misma; para él, una foto con una imagen de ella apenas perceptible por el sudor que traspasaba su camisa y llegaba al bolso frontal en donde la guardaba, para tenerla cerca de su corazón.

Así que no tuvo más que sentir una profunda admiración para esas parejas, que probablemente encontrarían casi ridícula la idea de que hoy en día baste dar un sólo clic para enviar desde un msg corto, hasta la carta más larga con detalles, fotografías y hasta videos a través de la red. Aunque le gusta, y sabe que gracias a ello puede estar en contacto con el mundo, no deja de maravillarse ante  esos hombres y mujeres que esperaban ansiosos, la llegada de la siguiente carta en que se enterarían cómo estaban las cosas "allá en casa" en donde sus familias, esposas, hijos o novias, esperaban "desesperadamente" su llegada...

Finalmente, el particular sonido que deja notar que hay una llamada entrante en skype, la trae de vuelta a este mundo donde computadoras, celulares, internet, banda ancha y todos esos términos cada vez son más y sirven para decir que estamos "conectados", aún en la distancia. Esa misma distancia que no impidió que esa noche, celebraran juntos -por medio de una conjunción de herramientas tecnológicas-, uno en la playa (con calor) y otro cerca de la playa (con frío y lluvia), cada uno en diferentes países, el inicio de un nuevo trabajo, ese que habían estado esperando...

Congrats my love!!!

Wednesday, October 13, 2010

DESPUÉS DE LA SOBREDOSIS

La noticia simplemente ha dado la vuelta al mundo

Después de 69 días por fin la noche del 13 octubre los mineros chilenos vieron de nuevo la luz ¡aún cuando era de noche! Justo ese día desperté preguntándome qué estaba pasando con ellos. Desde que llegué a este rincón del mundo, había escuchado, visto o leído poco sobre el tema. A pesar de ello, tenía nociones por lo que había visto de reojo en el diario gratuito. Bastó una llamada telefónica (de esas en las que se saluda a la familia y se dan y preguntan datos y pormenores de la vida diaria), para saber que justo en ese momento televisaban el rescate del segundo minero en salir de esa pequeña prisión. Mentiría si dijera que sólo me alegré, casi puedo volver a sentir ese estremecimiento que recorrió mi piel cuando escuché la noticia.

Estando tan lejos de casa pude entender perfecto la necesidad de afecto de esos hombres que, aún acompañados entre ellos, necesitaban de ese calor de hogar. Intenté ponerme en sus zapatos y pensar en todo lo que pudo haber pasado por sus mentes durante estos días de encierro, ¿cuántas veces habrán perdido la esperanza?, ¿cuántas veces la habrán recuperado?, ¿qué será, de todas las cosas que anhelaban volver a tener, lo que en verdad les resultaba indispensable? Las preguntas formaron una gran lista en mi mente que casi no me dejó dormir, y después de un día largo y un tanto pesado, lo único que esperaba era el momento de poder ver el video del que todos hablaban, ¡el momento del rescate!

No sé si hubiera sido mejor sólo imaginarlo, sé que lloré más que la esposa del primer minero. Repentinamente, al verlo salir de esa cápsula de metal, una sobredosis de sentimientos me invadió, las lágrimas se amontonaron en mis ojos y, aún cuando traté de controlarlas, ya era demasiado tarde; no me permitieron seguir viendo durante unos segundos, rápidamente el sollozo se transformó en un llanto imparable. No sabía si me sentía como un minero con la esperanza de ser rescatada pronto y ver, a mi salida, a toda esa gente que esperaba por mi. O si, por otra parte, era como esos hijos cuyos ojos se iluminaban llenos del alegría al ver de nuevo a sus padres, o esas esposas, madres o hermanos que temblaban tratando de contener la emoción ante lo que podría llamarse un renacimiento. No sé cuál de las dos era mi postura, tal vez un poco de ambas. Y ambas trajeron a flote esos sentimientos que quizá he querido mantener en el olvido...

Después de la sobredosis aún me quedaban algunas preguntas. ¿Sabrán esos 33 hombres lo que provocaron -y aún provocan- en una sociedad hambrienta de noticias inspiradoras? No tengo la certeza, aunque sí la sospecha, de si habrá o no película sobre el tema, lo que sí sé, es que esto es sólo una prueba más de la enorme cantidad de sucesos -que en algún momento fueron trágicos o negativos- que culminan con sonrisas en los rostros no sólo de sus protagonistas sino de todos aquellos que seguimos, de uno u otro modo, su historia. Basta comenzar con la intención de lograrlo, tener una idea clara y concreta, analizarla, llevarla a cabo y no rendirse, como no lo hicieron todas las personas que trabajaron en el rescate de estos, hoy famosos, 33 mineros chilenos.

Friday, October 1, 2010

Quiso y... ¡lo logró!

Con una intensidad que quemaba hasta debajo de la ropa, el sol le pidió permiso a octubre para hacer su aparición. Un suceso de esta magnitud (un día bastante más cercano a lo templado que a lo frío) sólo podía disfrutarse al cien por ciento desde un lugar específico que vino a su mente sólo a través de los recuerdos.
  
Quiso caminar hasta allí y verlo con sus propios ojos, sin que nadie más se lo contara. Hizo una pausa, analizando rápidamente si era o no buena idea, finalmente se decidió. Caminó hasta llegar a la acera que dividía la ciudad de un pequeño pedazo de playa que le parecía encantador. Miró ligeramente a los lados -por mera costumbre- sabiendo que cuando atravesara la calle, los coches se detendrían sin chistar.

Una vez allí dudó una vez más, ¿una banca cerca de la acera, pasto o arena? No iba preparada y se inclinó por la primera opción. El panorama, el clima y cierto aire de nostalgia se posicionaron sobre todo lo demás que pudiera existir en ese momento a su alrededor. El olor penetraba fácilmente yendo más allá de su nariz, instalándose en la piel. Los rayos de sol, por su parte, le recordaban la intensidad con la que puede brillar todo y que el calor no sólo se siente sino se respira.

Minutos más tarde el aire, como a las hojas, la levantó, la movió y la fue llevando lenta y ligeramente en otra dirección. Ese lado, hasta ese momento, no visitado de la ciudad lucía ligeramente más rojo, naranja y café. Quiso ser una hoja de maple, pequeña y ligera para dejarse llevar por el viento. ¡Lo consiguió! Las cosas que cargaba, aún en su interior, desaparecieron. Flotó, alto, más que algunos edificios a su alrededor y rió, fue feliz ahí arriba, casi volando y después, volvió al suelo.

Quiso quedarse un poco más, desconectando todo cable que pudiera retenerla en el mundo real, estaba decidida a no pensar. A mirar, como ausente, más hacia dentro que a su alrededor…
y lo logró.

Tuesday, September 28, 2010

En soledad

Casi una semana lejos y las ideas comienzan a ordenarse en algún lugar dentro de mí. Es como si una pieza de la maquinaria se hubiera salido de su lugar mientras la movían a un nuevo sitio, volviendo a colocarse en el sitio correcto hasta que todo dejó de moverse a su alrededor o -mejor dicho- hasta que la máquina a la cual pertenece estuvo ubicada en un solo lugar…

Tomando como punto de partida un aeropuerto casi desierto (por el día y la hora) y como punto final este día soleado, el cual -estoy segura- pertenece al verano pero quiso ser travieso y colarse entre las divertidas hojas de colores otoñales que llegan propiamente con esta estación, podría decirse que un millón de imágenes son ahora sólo recuerdos, recientes ¡sí!, pero al fin y al cabo recuerdos.

Podría encontrar las palabras para describir los acontecimientos de estos días, podría describir paso a paso la espera del viaje, los nervios de la llegada a un nuevo hogar y lo increíblemente extraño que resulta adaptarse a otro país, aún cuando se vivió antes en éste. Podría, pero no lo haré. Esos días y los sentimientos que desataron en mí, se quedan conmigo. Baste decir que aunque definitivamente me siento feliz, hubo una serie de sucesos inesperados que estuvieron a punto de hacerme renunciar. Pero no lo lograron. 

No soy más de esas personas que renuncian y dejan que sus sueños se vayan con el inicio de un nuevo día, no me rindo, no me doy por vencida. Quizá por eso sigo aquí cuando casi todo (todos) lo que quiero está allá. Estoy aquí viviendo lo que alguna vez representó una aventura que esta ocasión y cada día -en medio de un idioma que no es el de nacimiento- se torna más seria. Una aventura que en soledad se disfruta de una manera diferente, pero que no por eso debe dejar de compartirse.

Es así como entiendo que con la edad, aunque en realidad es más con la experiencia que dan ciertos eventos, nos vamos tomando la vida más en serio, tanto que en ocasiones nos olvidamos de vivirla para darle paso al estrés o al sufrimiento de no saber qué es lo que viene. Hoy, después de una “deliciosa” clase de yoga, disfrutando de un "matchachillo" (licuado de yoghurt con té verde en polvo) y un saxofón  -que da vida a una encantadora pieza de jazz-, he decidido comenzar de nuevo, dejar de preocuparme tanto.

Los planes siguen surgiendo y los sueños encontrarán su camino para volverse una realidad, seguramente los llevaré de la mano guiándolos hacia donde sea mejor dirigirse. Y mientras eso sucede,  seguiré extrañando (y mucho), pero viviendo, respirando y mirando tantas cosas, que hacen que sea imposible dejar de vibrar y sentir que todo esto vale la pena…


Friday, September 10, 2010

Esperas que desesperan

Inició antes aún de que pudiera darse cuenta, esos planes que habían comenzado a maquilarse sólo en una mente loca y aventurera, iban tomando forma de manera furtiva. Estaba allá queriendo estar aquí, y cuando por fin estuvo aquí no pasaba un minuto sin que añorara estar de nuevo en aquel lugar. Casi sin pensarlo encontró la manera de acercarse a esos planes que todavía no lo eran, que quizá eran sólo sueños que viajaban entre nubes y ahí se estacionaban durante días y meses.

En algún momento ellos solos decidieron materializarse, aunque no en la forma y con la rapidez que le hubiera gustado. Un proceso largo, lento, complicado por momentos, sufrido y esperanzador a la vez. El calendario seguía tachando los días, los sueños seguían ahí, firmes pero flotando. Ella, en una espera que cada vez se volvía más incontrolable. Los papeles iban y venían de una mesa a un folder y de éste a ese lugar que era el medio de transición, el único casi responsable de enterarnos del resultado de todo este dilema.

Vivía un nerviosismo igual que el que experimenta una mamá cuando tiene a su hijo dentro del vientre; al que embarga a una mujer cuando, asomada por la ventana, espera que llegue su novio a darle ese beso de amor; el mismo de aquel que sabe que en el avión que aterriza regresa ese miembro de la familia que estaba lejos; ese nervio que experimentan las personas que tienen sólo una semana para por fin cumplir su último día de trabajo después de años... ese, ese que está en la cabeza, pero sobretodo en las manos sudorosas y en la panza llena de mariposas, de cualquiera que espera...

Fue justo antes de terminar la larga agonía de no saber cuando se presentó la catarsis, casi como si el cuerpo supiera lo que estaba por llegar (en realidad lo sabía), los indicadores se hicieron más evidentes. Las señales parecían llegar de todas partes y una vez más el universo conspiró a su favor, bastó escuchar un toc toc en la puerta, abrir un sobre y ver la marca que sabía que llegaría, para entender que el futuro comenzaba a ser presente. Minutos después dos abrazos, los más significativos, llenos de palabras que se dijeron sin hablar. Uno más a la distancia, pero fuerte y presente como los otros dos. Finalmente, una espera que vale la pena cuando cuenta un final feliz...

pd. Y sí, como siempre y sin pesar, sigue creyendo que cada historia tiene la posibilidad de terminar como todos los cuentos rosas! Y este inicia con hojas rojas de maple que caen sobre las aceras, esas que a él le encantan...

Thursday, August 19, 2010

GOTA A GOTA

Fluyendo más rápido que el "gota a gota" que podría pensarse, ese líquido un tanto espeso con tonalidades que van del rojo carmín, pasando por un oscuro violeta a un rojo quemado -visto desde un ángulo inclinado y con la poca luz que llegaba hasta el sillón-, fue logrando que la bolsa que lo contenía se hinchara de él hasta obtener la cantidad necesaria, unos 450ml. Una parte para formar plaquetas y la otra para usos diversos, todos en beneficio de la salud.

Bastaron sólo cinco minutos para que aquello quedara concluído. Las horas de espera, el ayuno y un tanto de desesperación, quedaron en el olvido con la llegada de esa sensación que se experimenta no por sentirse héroe ni nada parecido, quizá sólo un poco de satisfacción personal y otro poco a nivel comunitario al ver que más de 30 personas -según el número de fichas repartidas-, por simple voluntad, a petición o por necesidad, acuden a dar un poco de ellos, literalmente hablando.

Sin el contexto adecuado 450 mililitros pueden ser considerados una cantidad pequeña. En este caso, ese casi medio litro podría ser la diferencia entre sobrellevar un estado crítico o continuar con el padecimiento, entre estar bien o mal, entre vivir o no. Quizá puede invertirse (quedando claro que no es igual que desperdiciar o perder) toda una mañana, prácticamente la mitad del día, pero nada vale más la pena que incrementar esa lista de personas que se unen a una causa que puede cambiarle la vida a alguien.

En un mundo ideal, todo aquel que sea consciente acudiría a voluntad, daría un poco de sí porque podría ser -aunque ojalá no- él mismo o alguna persona cercana y querida quien en algún momento necesitara más que 450ml. Seguramente sólo quienes en verdad requieren de ellos, saben el valor que tiene esa cantidad. Sin importar la letra o si el signo a su lado es positivo o negativo, llegar hasta un banco de sangre en donde se tienen todos los cuidados para tratarla y conservarla dentro de estrictas normas de sanidad, debería ser casi una obligación, porque actualmente a pesar de existir personas conscientes de la necesidad e importancia de esta 'actividad' esas donaciones aún llegan gota a gota...

Friday, July 2, 2010

El suspiro de una mano

De la mano que sostuvo el lápiz a la mano que sostiene la pluma van generándose las ideas que vagan libremente por el aire, mismas que sólo logran ser aterrizadas por una particular emoción. Una sensación vibra y da vueltas en la habitación hasta que logra plasmarse en un papel, uno distinto  para cada sentimiento, para cada objetivo, uno diferente para cada mano.

Existe una mano que en cada trazo (fuerte y suave), gracias a los lápices Hb, 2b, 6b y un sin fin de combinaciones, dejó plasmado, como lo dice quien la controla: que la inspiración llega más rápido cuando hay amor, y si hay estos dos elementos cualquier cosa se puede lograr. Otra mano, atenta, se da a la tarea de responder al mensaje.

Cada una de estas manos, por su lado, cuenta con una impresionante capacidad de expresar -muy a su manera-  su sentir. La primera le habla a la otra a través de un retrato, la segunda le contesta con palabras claras pero significando entre líneas. Cada una con sus propias armas y con distintos motivos, pero ambas con la misma inspiración.

Dos manos que, a pesar de no pertenercer al mismo cuerpo, están unidas como si hubieran nacido juntas. Cada una con sus cualidades, cada una con un talento especial que, al entrelazarse, las vuelve más que dibujos y escritos. Juntas se transforman entonces en una sola capaz de contar una gran historia que, aunque comenzó hace años, sigue relatando el inicio de una historia...

En la oscuridad de una habitación, la mano que escribe lo hace para una breve despedida que hoy está más cerca de lo que parecía. Pero que en este breve relato, y en medio de un largo suspiro, ha decidido no tirarse a la locura, esa mano  es la misma que hoy escribe: 

Tuesday, June 8, 2010

Mi primer año en "el mundo"

Recuerdo ese día como si hubiera sido el primer día de escuela, cuando cambias de nivel o ingresas a una nueva institución. Eres la nueva, la rara, la interrogante y, por ese motivo, atraes miradas cuya intención real no entiendes. Quizá -y lo más probable- te analizan, te sondean para saber qué esperar de ti. No intenté descubrir qué esperaban, me concentré en lo mío y dejé que "el mundo" siguiera.

Con el paso de los días, que rápidamente se transformaron en meses, fui sumando a esa lista de compañeros de trabajo uno que otro amigo, personas que no sólo te hacen la vida más ligera durante las jornadas diarias sino que comparten contigo un poco más allá de lo que es el trabajo, con quienes sales a despejarte, divertirte y te regalan recuerdos que se graban profundo en la memoria.

Existen también aquellos que no se denominan compañeros porque están un nivel más arriba; como en todas las empresas ¡hay variedad! y yo, tratando de aplicar un principio que me propuse vivir desde hace no mucho tiempo, trato de tomar sólo lo bueno de cada uno de ellos. Aprendo de quienes tienen cosas buenas e interesantes que enseñar, me intereso en quienes tienen tanta experiencia que no hay tiempo suficiente para conocer, me río -en secreto- de quienes creen que te pueden aplastar, y admiro a quienes a pesar de tanto conocimiento y experiencia tienen la sencillez de tratarte como a un igual...

Envuelta entre mis actividades diarias se encuentra mi pasión por lo que agradezco estar en el lugar en donde estoy, así como la oportunidad de tener un espacio para dejar por escrito un poco de mí. Y en esta actividad, que quizá de momento es sólo un ensayo de lo que espero algún día sea mi estilo de vida, dejo -o al menos lo intento- lo mejor de mí. Es por eso que hoy, entre bromas y un desayuno mundano, por aquello del día de la libertad de expresión, festejo mi primer aniversario aquí y escribo desde este cubículo que ha sido mi fiel y más cercano compañero desde ese lunes 8 de junio de 2009...

Wednesday, May 12, 2010

Los últimos días...

Por cuestiones de lenguaje, que a veces no entiendo y otras tantas me encanta, el título de este texto bien podría hacernos pensar -de entrada- en los últimos días que hemos vivido, o en los últimos días que nos quedan por vivir, pero para efectos de este "cuento" nos quedaremos con la primera. Y he aquí otra cuestión ¿desde cuándo podríamos contar nuestros últimos días? ¿los últimos 15, 10, 5? supongo que todo ello varía y depende de cada quien; sin entrar en más detalles digamos simplemente que esta historia va de los últimos días...

Y es precisamente que intentando hacer un resumen de los acontecimientos de "esos últimos días", he descubierto (aunque REdescubrir sería la palabra adecuada) que a diario vivimos situaciones que nos marcan de uno u otro modo, algunas de ellas nos inspiran, nos alientan, nos "mueven el piso" (como se dice por ahí), nos presionan, nos estresan, nos alegran, nos motivan, nos entristecen, nos enojan, nos rompen el corazón o nos vuelven completamente felices, es decir, todo absolutamente TODO lo que nos ocurre provoca en nuestro interior una serie de reacciones que conocemos como sentimientos. A partir de ellos podemos actuar de mil maneras, dependiendo de un sin fin de elementos como el ánimo en que nos encontremos, el clima, la gente que nos rodea, el contexto y más... aunque lo importante es que a partir de esos sentimientos y la manera en que nos impulsan a reaccionar, vivimos a diario experiencias diferentes. Ningún día va a ser igual a otro, así como la intensidad de nuestros sentimientos no puede ser siempre la misma.

Entre esos eventos descubro, casi como escondidos, pequeños detalles que cambian no sólo mi perspectiva de las cosas sino la historia que me había inventado con el tiempo. Me doy cuenta -con tristeza- cómo una sonrisa se transforma en carcajada y poco a poco se deforma hasta volverse un gesto de rencor, acompañado por gritos y acciones capaces de romper lazos. Aún así, me maravillo al vivir momentos junto a ese ser que con sólo estar presente tiene la capacidad de calmar mis miedos, angustias y más grandes temores. Entonces, entiendo que son pequeños detalles los que dan sentido a cada momento.

Así, durante estos días voy y vengo queriendo decir esto y aquello sin expresar lo uno ni lo otro, quizá porque son cosas o eventos tan contrastantes que no sé en qué orden acomodarlos, por un lado el corazón "aplastadito" por tener que reconocer que ciertos hilos que mantenían una relación -que consideraba para toda la vida- se rompieron y de qué manera... Por otra parte, un corazón hinchado de felicidad cuando la mano -cuyos movimientos controla a través de su sangre- toma esa otra que está hecha prácticamente a su medida para acompañarse a lo largo de una vida; un corazón que se llena de dicha cuando paso ese día tan especial con mamá, cuando en un abrazo -que no se compara y no tiene precio- decimos todo sin hablar; el mismo corazón que se alegra en un desayuno para cuatro, que representa no sólo el festejo del día sino un futuro que augura más momentos como ése.

Un corazón que me pide a gritos estabilidad, aún cuando sabe que soy adicta a las emociones fuertes, y aunque por momentos suspiro y quisiera que los momentos difíciles terminaran con la rapidez de un pestañeo -muy bajo, casi como si le hablara al oido-, le digo: No te preocupes, estoy segura que vendrán muchas más emociones como estas y quizá mayores contrastes. No hay porque alarmarnos, ambos somos fuertes y estaremos juntos hasta el final...

Es así como después de una larga explicación a un título, concluyo  que no sé si debió llamarse "Los últimos días" (como se lee en la parte superior de este texto), según lo escrito, "Pequeños detalles" o "Ese corazón". Ustedes dirán...

Wednesday, May 5, 2010

Caminos de ayer

Con sólo un bolso de mano y los papeles necesarios dentro de éste, cuando el sol aún no había decidido despertar, partió por esa carretera que -años atrás- llegó a conocer casi de memoria. Había olvidado cuántos minutos pasarían antes de dejar atrás este lugar que ahora era el habitual, para adentrarse de nuevo -casi con temor- a ese sitio que le resultaba como parte de una historia que -desde su punto de vista- se había detenido cuando dejó la ciudad. Con alegría y un poco de asombro, descubrió que no fue así, el tiempo sí pasó, las cosas cambiaron, las calles ahora eran más grandes y había edificios donde antes sólo había llanos, pero la esencia era la misma.

En menos tiempo del que pensó que tomaría quedó libre, no había más trámites por realizar, y las horas fueron entonces sólo suyas. Miró a su alrededor y, sin saber el rumbo exacto, caminó. No pensó en la altura o la comodidad de sus zapatillas, ni el en sol que ahora era su acompañante, y mucho menos en el tiempo que le tomaría llegar, a donde sea que fuera. Así, sin prisa, respiró ese aire que durante años llenó de energía sus pulmones, y observó esos caminos que solían ser su ruta diaria, caminos ahora perfectamente desconocidos. Hizo un pequeño esfuerzo y recordó: cuántas cosas había vivido ahí, cuántas veces recorrió esas calles que le parecían sacadas de un cuento, ¿con cuántas personas compartió esas caminatas? Desaceleró un poco más el ritmo con la idea de disfrutar cada paso, alzó la vista y se encontró con el letrero del restaurant donde solía comer con los amigos, no pudo evitar sonreír, estaba exactamente igual que cuando lo visitaban en los años de la universidad. Sintió tranquilidad al notar que no todo cambiaba.


Poco más tarde, un café entre amigos (naranjada o limonada, da igual) y la plática de viejos, nuevos y futuros momentos. Después otra caminata, hacia el encuentro de esa reunión entre amigas, en el sitio donde no sólo comerían sino que la haría revivir -en cierto modo- amistades que se fueron, otras que permanecen, reuniones que comienzan casi siendo niños y terminan con adultos serios, situaciones para festejar y otras tantas por las cuales llorar, amores de juventud y, sobretodo, esos contados pero inolvidables días junto al amor verdadero. Así, después de horas de palabras de iban y venían, como las gotas de lluvia que caían fuera del lugar, con una taza de café frente a cada una, llegó el hasta luego. Después de una segunda taza de café, esta vez sin más compañía que su libro del mes, esperó pacientemente el sonido de la voz que anunciaría el momento de abordar el autobús que la llevaría de regreso a casa...

Monday, April 5, 2010

Recuerdos que permaNecen

Sólo bastaron algunas líneas para que, gracias a los recuerdos, riéramos al traer de vuelta ciertos momentos memorables en nuestras vidas. Creo que comenzó cuando me dijo que había reído durante casi una hora al recordar esa vez (cuando fue a visitarme y yo estaba un "poco-bastante" deprimida, por motivos que no considero necesario mencionar) que al verme no pudo evitar decirme: ¡que fea te ves! Bastó ese comentario para que me soltara a reír y ¡de qué manera! Al recordarlo no pude evitar pensar que definitivamente tiene que ser una excelente amiga para haberse atrevido a decirme algo así y de manera tan directa, y también para que yo lo tomara como fue, un comentario sincero y sin malas intenciones. Quizá fue lo único que se le ocurrió cuando me vio en ese estado tan "inusual". Y justo en ese momento, como en muchos otros que era necesario compartir con alguien importante, ella estuvo ahí.

También hablamos de la noche en que nos despedimos, de las personas que nos acompañaban, y de lo triste que fue saber que dejaríamos de vernos casi a diario. Las cosas fueron difíciles y definitivamente cambiaron, siempre supe que seguiríamos siendo amigas pero por momentos dudaba acerca de poder lidiar con la distancia, con el hecho de dejar de compartir esos momentos que son necesarios y que hasta entonces marcaban la diferencia en nuestra amistad, esas largas noches de componer y descomponer al mundo, de contarnos nuestras historias de amor, aunque las supiéramos perfecto al derecho y al revés; de marcar ese número que sabíamos de memoria, haciendo el llamado de auxilio y saber que, como si fuera el 911, tendríamos respuesta inmediata, y -de ser necesario- hasta regañadas saldríamos; de hablar de nuestros planes, sueños y metas en la vida. Hoy vemos muchos de nuestros planes realizados, algunos hemos tenido que modificarlos por las cosas que nos ha tocado vivir y porque hemos descubierto que en el mundo no sólo existen el blanco, el negro y el rosa, sino muchos colores más, y esa diversidad es justamente lo que la hace divertida, aunque a veces nos haga toparnos con situaciones difíciles.




Se sentía tan bien hablar así después de tanto tiempo, que casi olvidé la distancia que nos separa; fue entonces cuando el sonido del teclado me hizo volver a la realidad y querer que estuviéramos juntas para poder platicar como antes, en persona, y quizá no tener que decir algunas cosas, porque como sucede a las personas que conviven durante tanto tiempo, bastan algunos gestos o expresiones para saber lo que la otra va a decir. Nos prometimos hacer lo que esté a nuestro alcance para reunirnos pronto, no importa el lugar, lo que nos motiva es la idea de platicar de vernos y saber que la amistad no ha cambiado en lo esencial (el cariño), y también que no se basa sólo en lo que ya vivimos sino en lo que nos conocemos, entendemos e identificamos. Saber que basta sólo volver a reunirnos para sentir que el tiempo no ha pasado y que, aunque nosotras hemos cambiado, en el fondo, seguimos siendo las amigas de antes.

Fue así como este breve encuentro, a través de la red, me hizo pensar en lo importante que es elegir a tus amig@s para que años después tengas la certeza que siguen siendo l@s mejores, crear lazos que se vuelvan cada vez más fuertes, aún con el tiempo y la distancia, permitiéndonos vivir y compartir momentos entrañables que se tornan en recuerdos para la posteridad. Estos podrán guardarse, como se hace con las viejas cartas y fotografías, y quizá hasta por momentos olvidar que están ahí, pero basta con acercarnos a ese lugar en donde fueron archivados -aún en el fondo de una habitación, closet o cajón- para encontrarlos. Y es que los recuerdos no se van, esos -por fortuna- ¡permanecen!

ps. aunque comencé a escribir pensando en la plática con una amiga específica, durante los minutos que siguieron acudí, justamente, a esos archivos donde guardo las fotos, los momentos y recuerdos más especiales que he pasado con mis amig@s, esos que se cuentan con los dedos de la mano y que, afortunadamente, conservo y pretendo continuar...

Saturday, March 13, 2010

CUESTIÓN DE ENFOQUES


A pesar del cansancio y la falta de energía, la idea de hacer algo "diferente" nos movió y nos acercó a la sala marcada con una Z. La cita era a las 19hrs, la gente -como es usual- arribó minutos más tarde. A pesar de los pocos asientos, el lugar no se llenó, lo cual no tiene mayor relevancia, quienes estábamos era porque realmente queríamos apreciar la proyección de esa noche. Entre comentarios -a mi parecer un poco inoportunos- de una señora "bien", nos enteramos que la función programada se pospondría porque, a decir de algunos, era demasiado aburrida y para cinéfilos que debían estar total y completamente apasionados para poder aguantarla. Para nuestra fortuna, la película elegida pertenece a la época de oro del cine mexicano, de esas que muchos aman y otros tantos odian por la falta de color y los esterotipos tan marcados.

Entre palomitas crujiendo gracias a los espectadores, en las butacas junto a nosotros, uno que otro entrando y saliendo de la sala, así como los clásicos "cuchicheos" al ver alguna escena que llamaba la atención, transcurrieron 90 minutos llenos de imágenes clásicas de un México extinto que creía haber conseguido objetivos que aún hoy no tenemos o que se vivieron brevemente; música que nos remite a sucesos históricos y romances existentes entre parejas "ideales" a quienes poco interesan las diferencias no sólo económicas sino ideológicas, y actores que dejaron huella gracias a su imagen, la rudeza en sus rostros (Pedro Armendariz), la maldad en las venas (el Indio Fernández) o el sufrimiento que no dejaba de oprimir sus corazones (Dolores del Río).
Llega el momento entonces de los comentarios, la percepción de los presentes, de conocer el sabor de boca que deja "Flor Silvestre", uno de los grandes clásicos de este cine, dirigido por Emilio Fernández y con fotografía (dicen ellos "cine de postal") de Gabriel Figueroa. Entonces descubrimos que, a través del cine, en esta mirada en blanco y negro de nuestra historia, las percepciones son tan diferentes como los enfoques de cada uno. Coincido en algunos aspectos, como en la excelente fotografía; estoy al margen en otros, como las actuaciones; y asimismo también difiero en algunos comentarios. Por otra parte -con tristeza- asiento al concordar con el que habla, acerca de que ese orgullo que manifiesta Dolores del Río sobre lo que ganó México con la Revolución, es un "algo" que se ha perdido, o es que quizá nunca lo obtuvimos en realidad. Porque esas marcadas diferencias entre campesinos y hacendados, comunmente conocidos como pobres y ricos, sigue existiendo y, lamentablemente cada vez es más notoria.

No cabe duda que esta noche terminó diferente. Disfrutamos de una proyección que a pesar de ser mexicana y transmitirse por televisión abierta desde hace muchos años, no habíamos visto la mayoría de los presentes. Tuvimos la oportunidad de relajarnos, de reir y tal vez hasta frustarnos un poco por las injusticias que muestra la historia y que, a pesar de pasar los años sabemos siguen existiendo y traspasan la pantalla. Lo rescatable es terminar con una serie de opiniones, pensamientos y preguntas acerca del cómo y el por qué de lo que observamos, no sólo enfocándonos a cuestiones cinematográficas sino a la historia de nuestro país, y lo que ésta influye en nuestra realidad actual.

Ya veremos qué sucede con la próxima película...


Friday, March 5, 2010

De mujeres y el mundo perfecto


Las mujeres, la política, su inserción y participación en ésta, la importancia de las mismas y cómo nos ha afectado (positiva o negativamente) durante los últimos 50 años eran sólo algunos de los conceptos que revoloteban en mi cabeza, tratando de tomar forma, orden y sentido. Pero por más que intentaba, mi mente estaba más allá o tal vez en ningún lugar. Después de días de esperar el momento en que pudiera escribir sobre este tipo de temas, simplemente me encontré "bloqueada", pero ¡qué tontería! fui yo quien eleigió el tema, he leído sobre el mismo durante algunos días y tengo un sin fin de teorías e ideas en la mente, ¿por qué entonces no puedo plasmarlas?

Entre imágenes de Eva Perón, Margaret Thatcher, Benzair Bhutto, Angela Merkel, Codolezza Rice, Hillary Clinton, Michelle Bachelet y Cristina Fernández, todo se volvía un poco más confuso. Cómo quisiera estar en los zapatos de ¡al menos una de ellas al menos por un día! Saber lo que se siente tener el poder de tomar decisiones que ayudarán o afectarán a miles de personas, tanta presión sobre tus hombros, entender cómo sacar adelante a un país cuando además de todos los problemas que deban resolverse, se encuentra el hecho de estar bajo la marca de "ser mujer" y que, como leí en un texto, si las cosas salen bien se les compara -irónicamente- con los hombres, porque hicieron un buen trabajo como ellos; pero si, por el contrario, la decisión tomada tiene consecuencias negativas, entonces se adjudica a que es mujer.
Pero ¡qué coraje! y qué cierto a la vez que nosotras mismas hemos provocado, a lo largo de la historia, que se hagan estas diferencias. Ahora que lo pienso creo que este tema (las mujeres en el poder) y otro de los que elegí (liberación femenina) están tan relacionados que es casi imposible hablar de uno sin hacer referencia al otro.

Quizá habría que leer muchos libros para poder entender exactamente el por qué de ciertas decisiones y situaciones en momentos determinados de la historia de la liberación femenina y cómo a partir de ésta la mujer pudo llegar a ocupar cargos verdaderamente importantes en política. Quizá no, quizá baste sólo ver lo que se vive ahora para entender que a pesar de todo no se ha avanzado tanto; porque esas mujeres que logran dirigir países siguen siendo minoría, y en muchas partes del mundo -del otro porcentaje de mujeres- algunas siguen padeciendo maltrato no sólo psicológico sino verbal, violencia y discriminación.

En un mundo en el que las cosas cada vez parecen estar más al revés, probablemente llegue el día en que las mujeres tengan el control político y económico del mundo, en el que la participación de los hombres sea casi nula y se encuentren en una lucha por recuperar lo perdido. Pero mientas eso pasa, sería reconfortante saber que por un momento no existen más esa clase de peleas por ver quién puede más sino encontrar un equilibrio que, como en la naturaleza misma, siempre es la mejor opción para vivir de manera tranquila y como debería ser en un mundo perfecto...

Tuesday, March 2, 2010

Viajes peNdientes...

Las imágenes de la película pasaban tan rápido que no supe si era el ritmo de la misma o mi mente que no paraba de trabajar al sentirse identificada con lo que veía, y así, en un parpadeo simplemente me perdí!

Divagando entre fotos que forman parte de los mejores recuerdos, me transporté -casi instantaneamente- hacia atrás en el tiempo. De un lugar a otro con la mochila, algunas veces al hombro y otras arrastrada por ese maravilloso invento del hombre (las rueditas). Nos volvimos inseparables, tal vez debido a que era mi única compañía constante. Comí todo lo que pude -hasta lo desconocido-, tomé todo lo debido, conocí mucha gente, hablé con todo el que se cruzó por mi camino (o al menos lo intenté) y huí de los que hablaban español (como si fueran a conocerme); de momento me sentía contenta y emocionada por la conexión que a veces se tiene con alguien que vive tan lejos de uno. Y aún así, a pesar de todo ello, al volver a la habitación (compartida por gente de diferentes continentes) algo así como una catarsis tomaba vida dentro de mí. Volvía a estar, rodeada de gente pero sola y mi única compañera se volvió mi confidente, llevando con ella -además del peso de mis objetos personales- mis emociones contenidas al ver lo que veía y vivir lo que vivía, sin poder decir nada...

Entonces entendí eso que dicen muchos "viajar enriquece, te hace madurar, crecer y en muchos sentidos valorar lo que tienes (o tenías) en casa". Esos viajes que realizamos solos nos hacen comprender un millón de cosas, y mirar (observar) todo aquello que generalmente pasa por común a nuestra vista. Las fotos pueden decir mucho, pero jamás se acercarán si quiera a lo que en realidad sentimos al estar en ciertos lugares, a las experiencias que tuvimos, a la calidad de la gente, el trato, el idioma y todo lo demás.

Algunas veces me descubro extrañando algún sabor, un sonido e incluso aromas, intentando no desesperarme por querer volver a estar ahí. Entonces, respiro larga y profundamente, me relajo y pienso en el próximo viaje, ese en el que mi compañera inseparable seguirá estando ahí, pero en el cual también tendré a alguien a mi lado para poder admirar, reir y compartir la magnitud de cada escenario. Un viaje en el cual las fotos no serán sólo de los lugares sino de las personas que fueron a visitarlos.

Y, como en la película, cada viaje es -definitivamente- diferente, cada uno nos aporta diferentes experiencias y enseñanzas, algunas veces debemos ir solos para encontrarnos con nosotros mismos, otras tantas (considero que la mayoría) debemos, al menos, intentar hacerlo acompañados. Es momento entonces, de pensar no sólo en esos viajes que ya hemos realizado sino de esos que tenemos pendientes y con los que ya soñamos...


Tuesday, February 2, 2010

Breve encuentro

Lo que yo llamaría una mera introducción...

Han pasado meses desde que me decidí a crear mi blog, meses durante los cuales he estado dedicada al trabajo, al estudio, hobbies, lectura y a escribir, pero -paradójicamente- sin escribir lo que verdaderamente me interesa, preocupa, siento o espero; un poco falta de tiempo (aunque en realidad es más pretexto) y otro tanto (lo que creo que en realidad es) por miedo a terminar de escribir y sentir que aún me falta mucho por aprender sobre cómo hacerlo. Pero es justamente esa razón la que hoy me lleva a hacerlo, muchas veces el miedo nos detiene y se instala en nuestras vidas como una barrera difícil de romper, nos paraliza y congela nuestros sueños, mismos que, si realmente no tenemos claros, fácilmente pueden quedarse como hielo para la eternidad.

Fue así como el "temor al miedo" o el rechazo de ser una más, me trajeron hasta aquí, a teclear las letras hasta que formen palabras que en algún momento conformarán las ideas que traten de explicar lo que llevo en mi cabeza. Y si parece complicado debo advertir que es sólo el principio de una historia que, aunque aparentemente sencilla, tiendo a complicar no para sufrirla sino para vivir de manera divertida. Sé que muchos no entienden el por qué, quizá por momentos yo tampoco, pero ya no intento descubrirlo, sólo sé que esa es mi manera de vivir y comienzo a acostumbrarme.

Una vez más siento ese cosquilleo sobre mi piel, lo que algunos conocen como "ponerse la piel chinita", lo cual me indica -como nada en el mundo- que es momento de escribir y no parar hasta que mi mente se ponga en blanco. Así que me dispongo a hacer caso de lo que mi propio cuerpo me pide y dejo que sean mis dedos los que guíen este texto que aún no sé hacia dónde va, pero quiero pensar que es la introducción a lo que en algún tiempo (espero) será la cueva de mis más profundos pensamientos, esos que en ocasiones difícilmente compartes pero que en realidad te gustaría hacerlo y así saber que en algún momento alguien se identificará con ellos.

Baste decir que como todos, tengo ideas que van y vienen y otras que permanecen; las primeras cambian sin poder siquiera decir que no, las segundas se instalan y alimentan de todo lo que tienen alrededor para volverse cada vez más sólidas. En cualquiera de los casos, me sirven para comunicarme con la gente, actividad que me resulta no sólo necesaria sino imperante, por eso he decidido dar vida -por fin- a este espacio que no es sólo para desahogarme y expresarme sino para leer otras ideas que, como las mías, a veces deambulan por ahí sin saber en dónde estacionarse...

PS. Nos leemos pronto!