Sunday, February 13, 2011

De un teléfono a otro (o de corazón a corazón)

...no fue una separación sino un desgarramiento.
Quedó atónita el alma, y sin ninguna luz, 
se durmió en la sombra del pensamiento...
                                  - Luis G. Urbina



De un lado un pequeño celular con la foto de ambos en pantalla, del otro, un teléfono inalámbrico en una casa que, aunque ya no es la misma en la que se dieron esas primeras llamadas, igualmente ha sido testigo de incontables llamadas, visitas, momentos y recuerdos. La noche ya no es tan joven (como lo eran ellos cuando hablaron por primera vez durante más de tres horas), menos para él -debido a las dos horas de diferencia que tienen-, pero eso no impide que la conversación fluya  como si estuvieran  en la sobremesa en plena tarde de fin de semana. Al menos eso quisieran...


Quizá a simple vista no se note la diferencia. Él sigue siendo el que habla menos, aunque ahora ya disfruta de ese arte; ella sólo hace breves pausas para apenas respirar rápidamente y poder así seguir relatando sus historias, experiencias, sueños y más. Él dice las cosas que le vienen a la mente, y ella ríe como siempre, y genuinamente, ante sus hilarantes comentarios; él disfruta verla y escucharla reír de sus ocurrencias, y ella adora poder reírse con él. Ambos saben que sin todos esos momentos de risa, las cosas simplemente no serían igual.

Pasan de uno a otro tema, a veces con sentido y otras tantas sin él, queriendo abarcar todos los temas, todos los lugares, todas las personas, todos los espacios y todos los momentos que no han estado ahí, aunque quisieran haberlo hecho. A veces se quedan callados, por instantes desesperan queriendo encontrar la manera de no tener que recurrir a un teléfono para poder compartir sus sentimientos... Entonces, su oreja derecha comienza a sentir los efectos de los minutos transcurridos desde que inició la llamada, pero no quiere colgar, no desea ni siquiera cambiar el auricular a su oreja izquierda porque no quiere dejar de escuchar su voz ni por un segundo, desea aprovechar hasta el último instante como si ésta fuera la última llamada.

Han cambiado, ¡sí! Han crecido, madurado y conocido el mundo -cada uno a su manera- y después de esas distancias, de ese tiempo y ese recorrido, están más seguros que nunca de que quieren seguir compartiendo esas pláticas como cuando, en la prepa, pasaban horas platicando de todo y nada. Quieren continuar escribiendo esa historia, pasando por todo lo que haya que pasar, hasta el día en que, cuando los años hayan dejado su huella -no sólo en su historia sino en sus rostros y cuerpos-, no les quede nada más que simplemente hacerse compañía, y hablar...

ps.  Falta poco...