De la mano que sostuvo el lápiz a la mano que sostiene la pluma van generándose las ideas que vagan libremente por el aire, mismas que sólo logran ser aterrizadas por una particular emoción. Una sensación vibra y da vueltas en la habitación hasta que logra plasmarse en un papel, uno distinto para cada sentimiento, para cada objetivo, uno diferente para cada mano.
Cada una de estas manos, por su lado, cuenta con una impresionante capacidad de expresar -muy a su manera- su sentir. La primera le habla a la otra a través de un retrato, la segunda le contesta con palabras claras pero significando entre líneas. Cada una con sus propias armas y con distintos motivos, pero ambas con la misma inspiración.
Dos manos que, a pesar de no pertenercer al mismo cuerpo, están unidas como si hubieran nacido juntas. Cada una con sus cualidades, cada una con un talento especial que, al entrelazarse, las vuelve más que dibujos y escritos. Juntas se transforman entonces en una sola capaz de contar una gran historia que, aunque comenzó hace años, sigue relatando el inicio de una historia...