
Es por ello que hoy quiero que sepas algo que nunca te he contado...
Hace algunos años, cuando tenía poco menos de cinco (sobra entrar en detalles de cuántos tenemos ahora), recuerdo que mi padre se sentó en mi cama y, como cuando nosotros nos acercábamos a pedir permiso para algo -usando la retórica al 1000%-, me preguntó si me gustaría tener un hermanito. Por supuesto pegué un brinco de emoción y dije que sí! Me encantaba la idea de tener un nuevo muñeco con el cual jugar... ¡No sabía lo que me esperaba!
Recuerdo poco el proceso de esos nueve meses que debieron parecerme eternos, lo que sí recuerdo (como si hubiera sido ayer) es el día en que, por la mañana, fui "literalmente" depositada en casa de "mayaya" porque mis padres tenían que hacer "algunas cosas". Obviamente mi astucia me indicaba que se estaban deshaciendo de mí, pero no entendía bien a bien la razón.
Esa tarde teníamos preparado un babyshower. La hora es lo de menos, estábamos todas listas, impacientes por ver llegar a la panzoncita futura mamá y dar comienzo a toda esa serie de actividades, eventitos y comida de estas típicas reuniones. Un ring ring del teléfono nos indicó, segundos después, que mamá no llegaría. Te nos habías adelantado un par de semanas.

Muchas cosas y emociones sucedieron después, muchas más han pasado durante los años que siguieron, pero creo que nunca me había sentido tan feliz de tener un "hermanito", como ahora. Hoy que te veo hecho todo un hombre, inteligente, audaz, atrevido, divertido, capaz, y mucho más. Tal vez sea yo la hermana mayor, pero también soy quien quisiera aprender mucho de ti para ser algún día como tú. Te quiero y te admiro aún más...
Que vengan muchos cumpleaños más y, sobretodo, ¡muchas historias más por contar!