Friday, September 10, 2010

Esperas que desesperan

Inició antes aún de que pudiera darse cuenta, esos planes que habían comenzado a maquilarse sólo en una mente loca y aventurera, iban tomando forma de manera furtiva. Estaba allá queriendo estar aquí, y cuando por fin estuvo aquí no pasaba un minuto sin que añorara estar de nuevo en aquel lugar. Casi sin pensarlo encontró la manera de acercarse a esos planes que todavía no lo eran, que quizá eran sólo sueños que viajaban entre nubes y ahí se estacionaban durante días y meses.

En algún momento ellos solos decidieron materializarse, aunque no en la forma y con la rapidez que le hubiera gustado. Un proceso largo, lento, complicado por momentos, sufrido y esperanzador a la vez. El calendario seguía tachando los días, los sueños seguían ahí, firmes pero flotando. Ella, en una espera que cada vez se volvía más incontrolable. Los papeles iban y venían de una mesa a un folder y de éste a ese lugar que era el medio de transición, el único casi responsable de enterarnos del resultado de todo este dilema.

Vivía un nerviosismo igual que el que experimenta una mamá cuando tiene a su hijo dentro del vientre; al que embarga a una mujer cuando, asomada por la ventana, espera que llegue su novio a darle ese beso de amor; el mismo de aquel que sabe que en el avión que aterriza regresa ese miembro de la familia que estaba lejos; ese nervio que experimentan las personas que tienen sólo una semana para por fin cumplir su último día de trabajo después de años... ese, ese que está en la cabeza, pero sobretodo en las manos sudorosas y en la panza llena de mariposas, de cualquiera que espera...

Fue justo antes de terminar la larga agonía de no saber cuando se presentó la catarsis, casi como si el cuerpo supiera lo que estaba por llegar (en realidad lo sabía), los indicadores se hicieron más evidentes. Las señales parecían llegar de todas partes y una vez más el universo conspiró a su favor, bastó escuchar un toc toc en la puerta, abrir un sobre y ver la marca que sabía que llegaría, para entender que el futuro comenzaba a ser presente. Minutos después dos abrazos, los más significativos, llenos de palabras que se dijeron sin hablar. Uno más a la distancia, pero fuerte y presente como los otros dos. Finalmente, una espera que vale la pena cuando cuenta un final feliz...

pd. Y sí, como siempre y sin pesar, sigue creyendo que cada historia tiene la posibilidad de terminar como todos los cuentos rosas! Y este inicia con hojas rojas de maple que caen sobre las aceras, esas que a él le encantan...