Sunday, December 25, 2011

EL RECALENTADO IDEAL

Así como la noche del 24 de diciembre, los olores provenientes de la cocina nos mantienen cerca de ella, alrededor de la mesa, esperando poder probar -por fin- esos deliciosos platillos que quizá sólo comemos una vez al año, el 25 de diciembre es muy probable que lo que nos despierte y nos saque de la comidad de nuestra cama, sea la certeza de que al llegar al comedor encontraremos aún un poco de todos aquellos platillos que anoche consumimos y cuyo sabor además de mantenerse ha mejorado con las horas...

Después de horas trabajando en la cocina, de sabores y olores que se mezclan para dar como resultado platillos merecedores de "mmmms" y "oohhhs" por parte de los comensales, llega el momento de la cena y -a pesar de haber estado esperando por ella todo el día- quizá por el hambre y/o las ganas incontenibles de probar todo, hay ocasiones en que no la disfrutamos tanto como estperábamos. Pero, afortunadamente, siempre tenemos la oportunidad de volver a degustar todos y cada uno de los platillos, si es que queda suficiente de cada uno de ellos, al día siguiente.

Es entonces, el 25 de diciembre, cuando gracias al famoso, tradicional y esperadísimo recalentado, podemos disfrutar -ya sin presiones y sin demasiadas formalidades- de la que hasta ayer era llamada cena, y que hoy se ha convertido en un delicioso festín del día siguiente. De aquellos platillos que anoche se encontraban decorados de manera casi perfecta, ya no queda la linda presentación sino aromas y sabores concentrados que nos hacen querer servirlos inmediatamente en nuestro plato, ese que hoy ya no es más de la vajilla fina y especial que prácticamente se usa una o dos veces al año en casa, sino de los que usamos diariamente en casa.

Justamente ese estilo casual y desenfadado que toma el desayuno-comida del 25 de diciembre, es lo que hace del recalentado algo especial. Todas sabemos que en la mayoría de casas (al menos las mexicanas) no se cocina propiamente el 25 de diciembre. Este es un día para relajarnos y compartir la alegría de estar en familia. Sentados a la mesa, por "tandas" como dirían en mi familia, regularmente empezando la ronda con los más pequeños para que, una vez que terminen, los adultos puedan apropiarse del comedor y no sólo comer sino seguir ahí, departiendo durante horas, recordando la cena de anoche y las de los años anteriores que han tenido la oportunidad de compartir.

Aunque en muchas familias el recalentado es algo mucho más casual y relajado, para muchas otras es aún muy formal; de la comida que quedó de la noche anterior sólo toman un poco para crear nuevos y elegantes platillos que ahora se comerán a la luz del día. Formal o no, el recalentado de este día debemos disfrutarlo sin importar si hacemos sandwiches de pavo o un pastel de bacalo al horno. Este es sólo un pretexto, como muchos otros, para seguir fortaleciendo los lazos familiares y acumulando recuerdos para futuras Navidades.