Wednesday, October 13, 2010

DESPUÉS DE LA SOBREDOSIS

La noticia simplemente ha dado la vuelta al mundo

Después de 69 días por fin la noche del 13 octubre los mineros chilenos vieron de nuevo la luz ¡aún cuando era de noche! Justo ese día desperté preguntándome qué estaba pasando con ellos. Desde que llegué a este rincón del mundo, había escuchado, visto o leído poco sobre el tema. A pesar de ello, tenía nociones por lo que había visto de reojo en el diario gratuito. Bastó una llamada telefónica (de esas en las que se saluda a la familia y se dan y preguntan datos y pormenores de la vida diaria), para saber que justo en ese momento televisaban el rescate del segundo minero en salir de esa pequeña prisión. Mentiría si dijera que sólo me alegré, casi puedo volver a sentir ese estremecimiento que recorrió mi piel cuando escuché la noticia.

Estando tan lejos de casa pude entender perfecto la necesidad de afecto de esos hombres que, aún acompañados entre ellos, necesitaban de ese calor de hogar. Intenté ponerme en sus zapatos y pensar en todo lo que pudo haber pasado por sus mentes durante estos días de encierro, ¿cuántas veces habrán perdido la esperanza?, ¿cuántas veces la habrán recuperado?, ¿qué será, de todas las cosas que anhelaban volver a tener, lo que en verdad les resultaba indispensable? Las preguntas formaron una gran lista en mi mente que casi no me dejó dormir, y después de un día largo y un tanto pesado, lo único que esperaba era el momento de poder ver el video del que todos hablaban, ¡el momento del rescate!

No sé si hubiera sido mejor sólo imaginarlo, sé que lloré más que la esposa del primer minero. Repentinamente, al verlo salir de esa cápsula de metal, una sobredosis de sentimientos me invadió, las lágrimas se amontonaron en mis ojos y, aún cuando traté de controlarlas, ya era demasiado tarde; no me permitieron seguir viendo durante unos segundos, rápidamente el sollozo se transformó en un llanto imparable. No sabía si me sentía como un minero con la esperanza de ser rescatada pronto y ver, a mi salida, a toda esa gente que esperaba por mi. O si, por otra parte, era como esos hijos cuyos ojos se iluminaban llenos del alegría al ver de nuevo a sus padres, o esas esposas, madres o hermanos que temblaban tratando de contener la emoción ante lo que podría llamarse un renacimiento. No sé cuál de las dos era mi postura, tal vez un poco de ambas. Y ambas trajeron a flote esos sentimientos que quizá he querido mantener en el olvido...

Después de la sobredosis aún me quedaban algunas preguntas. ¿Sabrán esos 33 hombres lo que provocaron -y aún provocan- en una sociedad hambrienta de noticias inspiradoras? No tengo la certeza, aunque sí la sospecha, de si habrá o no película sobre el tema, lo que sí sé, es que esto es sólo una prueba más de la enorme cantidad de sucesos -que en algún momento fueron trágicos o negativos- que culminan con sonrisas en los rostros no sólo de sus protagonistas sino de todos aquellos que seguimos, de uno u otro modo, su historia. Basta comenzar con la intención de lograrlo, tener una idea clara y concreta, analizarla, llevarla a cabo y no rendirse, como no lo hicieron todas las personas que trabajaron en el rescate de estos, hoy famosos, 33 mineros chilenos.