Friday, March 4, 2016

Los dos lados del cristal


Y si en lugar de pensar en construir muros entre países pensáramos en construir mejores relaciones entre las personas?

No, este no es un escrito político ni intenta serlo; no va de discursos y acciones arrogantes sino de aquellas rescatables y de valor moral porque he decidido que quiero un mejor mundo no sólo para dejárselo a mi hijo sino también para mí, para vivirlo y disfrutarlo...

El tema del mundo -por no llamarlo problema- no es sólo el dinero o el poder, como muchos piensan, el problema es que estamos más interesados en ver lo que el otro hace mal que en lo que nosotros aportamos de "bien". Lo que falta es concentrarnos en lo que nosotros estamos haciendo por cambiar.

¿Que estoy aportando "YO" hoy, para que mi familia esté bien, para que en mi entorno laboral y social haya mejor ambiente y cordialidad y así, de a poco, mejorar el mundo? ¿Qué estoy haciendo diferente hoy, para tener el derecho de pedir a los demás (familia, amigos, compañeros de trabajo, políticos, maestros, religiosos, etc) que me den más y mejores cosas?

Quejarme y criticar no cambia nada, postear en mis redes sociales imágenes y/o videos de violencia no ayuda: "aquello en lo que te enfocas cobra fuerza". No se trata de evadir la realidad ni de vivir en la negación, el punto es ver más allá de lo aparentemente obvio. Toda situación trae consigo su historia aunque no siempre la conozcamos.

Señalar y criticar es sencillo, pero ¿qué habría hecho yo en similares situaciones? ¿Habría tenido la capacidad para actuar mejor? Desde este lado de la trinchera todo se ve siempre mucho más sencillo puesto que todos intentamos jugar el papel de árbitros y jueces, pero es del otro lado donde la vida se pone interesante y no soy yo a quien le toca juzgar.

Ante eventos adversos y situaciones complejas, quedarse callado no es evitar más problemas, eso se llama conformidad o apatía -según como se vea-, y quejarse sin hacer nada al respecto es mediocridad, lo que quiere decir que si no soy parte de la solución, soy parte del problema.

Y en este breve diálogo interno, me decido a ser parte de la primera opción... Tú ¿de qué lado del cristal estás?

Monday, February 8, 2016

De Rocky a Creed

Así como en la comida o el ejercicio, por mencionar sólo algunos, podemos hablar de gustos adquiridos, en el cine también sucede.

Estoy casada con un fan extremo de Rocky Balboa, al cual conoció cuando apenas y sabía hablar correctamente (casi como Rocky) y conoce cada uno de los diálogos de sus películas (de casi todas!). Puede reconocer de qué película se trata con sólo escuchar dos palabras de algún diálogo ¿pueden creerlo? Ambos sabemos que esa habilidad deber tener algún buen fin… aún seguimos investigando cuál…

Por mi parte, conocí a Rocky cuando conocí a mi esposo, más o menos hace unos diecisiete años, mostrando cero interés en sus películas. Por supuesto, con el paso del tiempo “tuve” que ver no sólo todas las existentes sino ir al estreno de la última en ese momento. Pero ¿cómo? ¿Más Rocky?, era mi pensamiento. Y sí, en efecto, el famoso Rocky Balboa seguía haciendo de las suyas aún con todos los años posibles a cuestas. Y así, después de tantos años de ver las películas una y otra vez, más por rendición que por decisión, terminé formando parte del bando de los fans de este famoso boxeador. Simplemente fue imposible no ceder ante esta historia que muestra desde diferentes ángulos la vida de un boxeador, en las buenas, en las malas y en las muy malas. Que nos hace llorar en muchos momentos y nos motiva en muchos otros. ¿Quién no ha puesto el soundtrack de Rocky, al menos alguna vez, para correr, hacer ejercicio o antes de realizar alguna actividad importante que requiere todo el potencial?

Esta historia que en cada película y, con un acercamiento diferente al protagonista y algún otro boxeador, nos emociona, sobretodo al momento de las memorables peleas (que sufro como nada) pero las veo como hace los niños con las películas de terror, es una muestra del tezón que tienen los boxeadores y de las fuertes pruebas que deben enfrentar. Así, en cada entrega, hemos podido ver distintas facetas de éstos, de los entrenadores y sus familias. Y después de algunos años de ver, la que pensamos sería la última, hace poco se estrenó Creed, también del artista detrás de Rocky y por fin pudimos verla!. En una versión un tanto diferente y con un Rocky que está más cerca del fin que de lo que alguna vez fue, pero que sigue mostrándonos que la fuerza de voluntad, el corazón y una mente enfocada pueden lograr grandes cosas.

Me gustó, me hizo llorar, y mucho, pero sobretodo me hizo pensar en la genialidad de una mente ganadora, de una persona con visión y un ejemplo en muchos sentidos, y no hablo del personaje sino de Sylvester Stallone, cuya historia en la vida real comenzó con un camino duro, parecido en muchos sentidos al de Rocky, pero que encontró el camino al éxito hace ya mucho tiempo y sigue cosechando monedas de oro con una historia que inició de la manera menos romántica pero a la que le apostó todo y hoy sigue siendo un éxito taquillero, aun cuando pueda ser una historia un tanto predecible.

Y de dicha predictibilidad baste decir que a veces no es mala, cuando nos deja con un buen sabor de boca porque salimos de la sala de cine con una sonrisa o el corazón engrandecido al sentir que nosotros también podemos ser un Balboa, un Creed o un Sylvester Stallone en potencia… De ser así, ¡que vengan más de éstas!