Wednesday, May 12, 2010

Los últimos días...

Por cuestiones de lenguaje, que a veces no entiendo y otras tantas me encanta, el título de este texto bien podría hacernos pensar -de entrada- en los últimos días que hemos vivido, o en los últimos días que nos quedan por vivir, pero para efectos de este "cuento" nos quedaremos con la primera. Y he aquí otra cuestión ¿desde cuándo podríamos contar nuestros últimos días? ¿los últimos 15, 10, 5? supongo que todo ello varía y depende de cada quien; sin entrar en más detalles digamos simplemente que esta historia va de los últimos días...

Y es precisamente que intentando hacer un resumen de los acontecimientos de "esos últimos días", he descubierto (aunque REdescubrir sería la palabra adecuada) que a diario vivimos situaciones que nos marcan de uno u otro modo, algunas de ellas nos inspiran, nos alientan, nos "mueven el piso" (como se dice por ahí), nos presionan, nos estresan, nos alegran, nos motivan, nos entristecen, nos enojan, nos rompen el corazón o nos vuelven completamente felices, es decir, todo absolutamente TODO lo que nos ocurre provoca en nuestro interior una serie de reacciones que conocemos como sentimientos. A partir de ellos podemos actuar de mil maneras, dependiendo de un sin fin de elementos como el ánimo en que nos encontremos, el clima, la gente que nos rodea, el contexto y más... aunque lo importante es que a partir de esos sentimientos y la manera en que nos impulsan a reaccionar, vivimos a diario experiencias diferentes. Ningún día va a ser igual a otro, así como la intensidad de nuestros sentimientos no puede ser siempre la misma.

Entre esos eventos descubro, casi como escondidos, pequeños detalles que cambian no sólo mi perspectiva de las cosas sino la historia que me había inventado con el tiempo. Me doy cuenta -con tristeza- cómo una sonrisa se transforma en carcajada y poco a poco se deforma hasta volverse un gesto de rencor, acompañado por gritos y acciones capaces de romper lazos. Aún así, me maravillo al vivir momentos junto a ese ser que con sólo estar presente tiene la capacidad de calmar mis miedos, angustias y más grandes temores. Entonces, entiendo que son pequeños detalles los que dan sentido a cada momento.

Así, durante estos días voy y vengo queriendo decir esto y aquello sin expresar lo uno ni lo otro, quizá porque son cosas o eventos tan contrastantes que no sé en qué orden acomodarlos, por un lado el corazón "aplastadito" por tener que reconocer que ciertos hilos que mantenían una relación -que consideraba para toda la vida- se rompieron y de qué manera... Por otra parte, un corazón hinchado de felicidad cuando la mano -cuyos movimientos controla a través de su sangre- toma esa otra que está hecha prácticamente a su medida para acompañarse a lo largo de una vida; un corazón que se llena de dicha cuando paso ese día tan especial con mamá, cuando en un abrazo -que no se compara y no tiene precio- decimos todo sin hablar; el mismo corazón que se alegra en un desayuno para cuatro, que representa no sólo el festejo del día sino un futuro que augura más momentos como ése.

Un corazón que me pide a gritos estabilidad, aún cuando sabe que soy adicta a las emociones fuertes, y aunque por momentos suspiro y quisiera que los momentos difíciles terminaran con la rapidez de un pestañeo -muy bajo, casi como si le hablara al oido-, le digo: No te preocupes, estoy segura que vendrán muchas más emociones como estas y quizá mayores contrastes. No hay porque alarmarnos, ambos somos fuertes y estaremos juntos hasta el final...

Es así como después de una larga explicación a un título, concluyo  que no sé si debió llamarse "Los últimos días" (como se lee en la parte superior de este texto), según lo escrito, "Pequeños detalles" o "Ese corazón". Ustedes dirán...